En un país donde hoy la educación mixta y la igualdad de género parecen cosas incuestionables, es difícil imaginar que alguna vez esas ideas eran vistas como infame. Juana Manso fue la mujer que se atrevió a soñarlas cuando todo estaba en contra, como escritora, periodista y pedagoga, enfrentó a una sociedad que relegaba a las mujeres al silencio y dejó su huella: no sólo impulsó la educación laica y gratuita, sino que también se convirtió en la primera mujer argentina en obtener el divorcio civil, desafiando la estructura patriarcal.
Juana Paula Manso nació el 26 de junio de 1819 en Buenos Aires, en el seno de una familia porteña de clase media, en un contexto atravesado por guerras y fuertes tensiones políticas. Desde niña, su vida estuvo marcada por la rebeldía contra los mandatos de género. Amaba leer y escribir, actividades que practicaba casi a escondidas porque la educación femenina estaba orientada a las tareas del hogar. Cuando la violencia política obligó a su familia al exilio a Montevideo y luego a Brasil, Juana descubrió una nueva realidad: accedió a ideas progresistas, aprendió idiomas y se inició en el periodismo, publicando artículos que denunciaban la desigualdad y la opresión.
Su convicción era clara desde el inicio: la ignorancia es la base del silenciamiento femenino. Para Juana, la educación era la llave para transformar la sociedad, y se propuso abrir esa puerta a todas las mujeres. Inspirada en el liberalismo y en los movimientos pedagógicos modernos, impulsó la educación pública, gratuita, laica y mixta, una idea radical en una sociedad que creía que niñas y niños debían educarse por separado.
En 1854 fundó el periódico Álbum de Señoritas, donde promovió debates impensados: igualdad de derechos, emancipación civil y libertad intelectual. Promovió de divorcio cuando, en ese entonces, el matrimonio era una condena indisoluble para muchas, incluso frente a la violencia de género. Y no se quedó en las palabras: tras separarse de su esposo, gestionó judicialmente la disolución del vínculo, convirtiéndose en la primera mujer argentina en obtener el divorcio civil, un acto que no fue solo a nivel personal sino político.
Pudo aportar su intervencion para lograr una educación mixta y laica.
Sin embargo, su lucha más profunda estuvo en las aulas. En 1869, Domingo Faustino Sarmiento la designó directora de la primera Escuela Normal de Maestras de Buenos Aires, confiándole la misión de formar a quienes educaron a las futuras generaciones. Desde allí, Juana incorporó métodos pedagógicos innovadores y defendió la laicidad como principio irrenunciable para garantizar la libertad de pensamiento.
Juana murió el 24 de abril de 1875, en la pobreza y olvidada, tras haber desafiado a un sistema que no perdonaba la audacia femenina. Pero su legado se volvió indisoluble, en cada escuela mixta, cada derecho civil y cada niña que hoy sueña con ser lo que quiera, se ve el trofeo personal para la lucha de Juana Manso.



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